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La verdad que Alkmaar nos sorprendió muy gratamente, conserva esa esencia holandesa, con su arquitectura, sus canales, tiene incluso un pequeño barrio rojo, digo pequeño si lo comparamos con los que podemos encontrar en grandes ciudades como en Ámsterdam, pero tiene su gracia.
Tuvimos la suerte de encontrar un día muy soleado, un día en el que sus calles rebosaban esa alegría que se respira cuando en Holanda hace sol, paseos en barca, terrazas llenas de gente y sobretodo ese ambiente veraniego que tanto nos gusta. Además, habían fiestas, no se que pasa en Holanda pero parece que tengan contratos con el sol para montar sus fiestas, total… salimos de la estación y nos dirigimos al centro. Del centro a la estación pueden haber unos 10 minutos andando mas o menos, pero el camino es bastante ameno.
Nada mas llegar al centro, lo que destaca es su iglesia protestante, Grote of Sint-Laurenskerk, la entrada es gratuita, o al menos lo fue cuando entramos nosotros, así que os invitamos a entrar y que descubráis su arquitectura por dentro.
Cerca de la iglesia, tenéis Langerstraat, calle de tiendas, y al final a la izquierda encontrareis una plaza muy grande donde se encuentra el museo del queso. Cerca de allí hay un puesto de patatas fritas al estilo belga, Friethuis De Vlaminck, las cuales estaban muy “lekker”.
Una vez allí podéis ir al barrio rojo, calle Achterdam, y al acabar la calle perderos por las diminutas calles que encontrareis justo nada mas pasar el puente.
Os aconsejamos comprar algo de comida para llevar e iros a Clarissenbolwerk a estiraros en el césped, siempre que el tiempo acompañe.
Intentad ir un Viernes, ya que a partir del primer viernes de Abril hasta el último de septiembre se celebra el mercado del queso por la mañana (10.00-12.30 a.m.) en Waagplein.
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